Jonás 3,1-5. 10; Salmo 24; 1Corintios 7, 29-31; Marcos 1, 14-20

Hoy celebramos el domingo de la Palabra de Dios. Con esta celebración el Papa Francisco desea que en cada creyente y en toda la Iglesia se haga realidad ese mismo afecto por la Palabra Divina que tuvo san Jerónimo, el cual “poniéndose a la escucha, se encontró a sí mismo en la Sagrada Escritura, como también el rostro de Dios y de los hermanos.” El proyecto de construir un mundo fraterno, que es el proyecto de Dios para este mundo, necesita asiduos oyentes de la Palabra.

“Lee muy a menudo las Divinas Escrituras, o mejor, nunca el texto sagrado se te caiga de las manos.” Esta exhortación que san Jerónimo hacía a sus contemporáneos, citada por el Papa Francisco en su Carta apostólica, nos mueve a volvernos a la Palabra, a leerla con mucha atención, a meditarla en nuestro corazón y en medio de nuestra comunidad. Por medio de la Palabra, Dios sigue saliendo a nuestro encuentro para hablar como se hace con un amigo. En la Palabra contemplamos a Dios y reconocemos su proyecto de salvación para todos los hombres y mujeres de la Tierra.

En la primera lectura de hoy, El Señor dirigió la palabra a Jonás: “Ponte en marcha y ve a la gran ciudad de Nínive; allí les anunciarás el mensaje que yo te comunicaré.” Y después habían escuchado la palabra de Dios proclamada por Jonás, el relato dice: “Los ninivitas creyeron en Dios, proclamaron un ayuno y se vistieron con rudo sayal, desde el más importante al menor.” La palabra de Dios siempre nos invita a tomar una decisión, a reacciona y no a ser indiferente o no me importa. La palabra de Dios nos invita a una acción concretar. La palabra de Dios nos invita a un encuentro con el autor de la Palabra: Dios. Y como dice el profeta Isaías, la palabra de Dios no está lejos de nosotros, este con nosotros, en nuestro entorno y alrededor.

Cuando hablamos de Palabra de Dios no solamente hablamos de la biblia, de la escritura o de las enseñanzas de la Iglesia. Podemos decir que estos son La Palabra de Dios escrita. Dios a lo largo de la historia sigue hablando u inspirando a muchas personas. Esto también es la palabra de Dios en actualidad. Pero no podemos escucha la palabra de Dios hablado si no nos acercarnos a la Palabra de Dios escrita (la biblia, la escritura, las enseñanzas de la Iglesia).

Aparte de escucha la Palabra de Dios en la Iglesia, en la misa, ¿cuántas veces has encontrado tiempo para leer la biblia personalmente? ¿Cuántas veces has leído la biblia en la reunión familiar? ¿Cuántas veces has rezado y meditado profundamente la palabra de Dios en la biblia? No me extraña si todavía hay algunas que no tienen la biblia en su biblioteca de casa. Hoy estamos invitados en pensar de nuevo como hemos tratado esta palabra de Dios: leer, meditar, celebrar, vivir y compartir (transmitir).

El evangelio de hoy habla de los primeros discípulos de Jesús. Ellos tenían que abandona sus trabajos para seguir el Señor. Hoy, no estamos hablando de abandonar ni la familia, el trabajo, o carrera para seguir Jesús, pero estamos hablando de conversión, de abandonar los malos pensamientos, actitudes y acciones, de reorientar nuestros corazones para aceptar la palabra de Dios. Que la palabra de Dios actúa en nosotros y guía nuestros pasos.

“Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el evangelio.” Al escuchar estas palabras muchos discípulos a lo largo de la historia han dejaron sus vidas anteriores a seguir a Jesús como los primeros del evangelio. Nosotros también estamos invitados a hacer lo mismo. Y San Pablo en la segunda lectura nos dice que ya no hay tiempo de perder haciendo lo que no cuenta a la vida eterna porque “la representación de este mundo se termina.” Oremos con el Salmista de hoy: “Señor, enséñanos tus caminos, instrúyenos en tus sendas.”

Fr. Valentine Umoh

24.01.2021