Deut 18: 15-20, Salmo 94, 1Cor 7: 32-35, Marcos 1: 21b -28

Es muy importante presta atención a la primera lectura de hoy y como conecta muy bien con el evangelio y el consejo del salmista en el salmo 94. La primera lectura es una de las lecturas mesiánicas del antiguo testamento. Es decir, una lectura que habla del futuro mesías que tener que venir al mundo para liberar el pueblo de Dios. La lectura dice: “«El Señor, tu Dios, te suscitará de entre los tuyos, de entre tus hermanos, un profeta como yo. A él lo escucharéis.” Esto es Moisés hablando con le gente. Y justo después Dios habló con Moisés diciendo “Está bien lo que han dicho. Suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca, y les dirá todo lo que yo le mande. Yo mismo pediré cuentas a quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre.” Tenemos que subrayar la última frase “Yo mismo pediré cuentas a quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre.” Así relaciona esta profecía mesiánica con el salmo de hoy (de salmo 94): “Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón».”

Este profeta como Moisés: “como tú”; quién es y ha venido todavía? ¿Cuáles son las características de este profeta y como vamos a saber si ha venido o no? Analizando la vida y personaje de Moisés algunos estudiosos han llegado a estas características de Moisés y por tanto lo que se esperaban del nuevo profeta mesiánica así: será (1) un israelita (vuestros hermanos; Deut 18,15,18); (2) “como” Moisés (vv. 15, 18); y (3) autorizado para declarar la palabra de Dios con autoridad (vv. 18-19). Disfrutaría de una comunión extraordinariamente íntima con el Padre, así como Moisés hablaba con Dios en la montaña “cara a cara” (34:10). Él realizaría milagros en público ante las naciones, como lo había hecho Moisés (Deut 34:11-12) y no en privado, como lo hicieron Elías y Eliseo en su mayor parte. Sería un legislador exactamente como Moisés había dado los Diez Mandamientos, y un mediador que oraría tan fervientemente por su pueblo como lo hizo Moisés por la preservación de Israel (Éxodo 32: 11ss., 31-35). Él también sería un liberador, así como Dios había usado a Moisés para liberar a su pueblo de la esclavitud en Egipto.

No es de extrañar, entonces, que tantos judíos en el primer siglo esperaba que el Mesías fuera el gran “profeta” que vendría. Cuando vieron el milagro de la alimentación de los cinco mil, exclamaron: “Ciertamente este es el Profeta que ha de venir al mundo” (Juan 6, 14).  Dijeron lo mismo cuando lo oyeron enseñar en la Fiesta de los Tabernáculos (Juan 7:40) – aunque había algo de confusión entre ellos, porque habían preguntado a Juan el Bautista si él fuera ese “Profeta” (Juan 1:21). Cuando Juan declaró que no lo era, ellos se volvieron contra él, diciendo: “¿Por qué, pues, bautizas si no eres el Cristo [Mesías], ni Elías [el mensajero que iba a preparar el camino], ¿ni el Profeta?” (Juan 1:25).  Felipe encontró a Nataniel y le anunció: “Hemos encontrado a aquel de quien Moisés escribió en la Ley, y de quien también escribieron los profetas” (1:45). Incluso la mujer samaritana concluyó que Jesús debía ser ese “profeta” (Juan 4: 19, 29) quién iba a venir.  Pedro fue claro en este asunto cuando Dios lo usó en el libro de los Hechos. En su segundo mensaje en el templo, citó Deuteronomio 18:15, 18-19 como Jesús como “el Profeta” que había de venir y que ahora había venido (Hechos 3: 11-26).  Esteban hizo la misma conexión entre este profeta y Jesús (7:37).

Hermanos, hermanas ese profeta es nadie mas que el Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo que en el evangelio de hoy enseñar con autoridad y la gente quedaba asombroso. Este profeta es un gran maestro que siempre nos enseñar a través de los relatos evangélicos. Es por la inspiración de este profeta que San Pablo enseñar dándonos consejas acerca de la vida consagrada y matrimonial. “Yo mismo pediré cuentas a quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre” dice Dios en la primera lectura es para mí la frase clave de este domingo y así coincide con el salmo 94: “Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón».” Estamos invitados una vez más, hermanos a prestar máxima atención a lo que esta enseñando el Señor, estamos invitados a da cuenta las palabras de este Profeta que habla en nombre del Señor. Estamos invitados a ser abiertos cada día a la voluntad de Dios para nosotros expresada a través de su palabra y la Iglesia. Este profeta esta ya con nosotros. Esta en nuestros corazones. Esta en nuestras puertas llamando. “Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón».”

¡Que Dios ayuda a escucha fielmente cada día la voz del Señor!