12.03.2023 – Iznatoraf – Villanueva del Arzobispo

Cuaresma: una invitación a ayudar a los débiles – amonestar a los pecadores

Ex 17, 3-7; Salmo 94:1-2.6-9; Rom 5: 1-2.5-8; Jn 4:5-42

Este Domingo, como tema principal, la Iglesia nos anima a venir a Cristo el agua de la vida eterna. También nos llama a romper todas las barreras culturales y prejuicios con el fin de dejar que la vida eterna llegue a todos corazones. El agua es uno de los requisitos más importantes para el sustento de toda clase de vida. Según estudios científicos, el agua constituye entre 60-75% del líquido total del cuerpo humano. Por lo tanto, la extracción total de agua de cualquier persona resultará en la muerte. En la tradición bíblica el agua es una metáfora común para la satisfacción espiritual (Ex12:3).

La primera lectura de hoy nos habla de la terrible experiencia de los israelitas en el desierto. Después de cuatrocientos y treinta años de esclavitud en Egipto, Dios vino a liberarlos (Ex 12: 40). Murmuraban contra Moisés y, por supuesto, contra Dios porque tenían sed. Dios instruyó a que golpear la roca. De ella salió agua. Los israelitas bebían y quedaron satisfechos. Es importante subraya el olvido de los israelitas. Ellos han visto cómo el Señor partía el mar en dos y les abría paso. También, han sido testigos de diez grandes milagros que han hecho temblar al Faraón. Pero a los pocos días olvidaron todas sus bendiciones y murmuraban contra el Señor porque tenían sed. Como los israelitas, a veces nos peleamos con el Señor al menor inconveniente.

En el Evangelio Jesús se presenta a la mujer samaritana como el agua de vida eterna. Hay muchas consecuencias que se puede sacar del este evangelio. Jesús nos muestra un nuevo camino sobre cómo desvivirnos por los demás. Jesús dice a sus discípulos: “Pasemos por Samaria…” No era una práctica de los judíos pasar por Samaria. Aunque pasar por Samaria era una ruta mas fácil y corta, los judíos solían viajar mas kilómetros adicionales solo para evitar pasar por Samaria. Jesús anhelaba ayudar a aquellos que no podían salir y pedir ayuda. Sabia que, si El no iba allí, nadie podría salvarlos. Algunas personas ni siquiera pueden pedir ayuda. No tienen a nadie que les guíe. Jesús nos pide que seamos su ayuda. Jesús nos invita a desviarnos de nuestro camino y ayudar a las personas necesitadas. Muchas veces, abandonamos a los que son llamados pecadores en la sociedad. Pero Jesús fue en su busca. Fíjate en esta mujer de Samaria. Vino a buscar agua al pozo al mediodía, en el momento más caluroso del día, cuando otras mujeres no salían a buscar agua. ¿Por qué? Porque las demás mujeres no querían estar con ella. Habría sido rechazada y abandonada por todas las demás. Pero Jesús fue en su busca. No la condenó ni le preguntó por qué llevaba una vida pecaminosa. Ni siquiera se acordó de que no era judía, ni de que era pecadora. Empezó la conversación pidiendo agua, terminó la conversación dándole el agua que da la vida eterna.

El apóstol Pablo dice en la segunda lectura que Cristo murió por nosotros cuando aún éramos pecadores. Así pues, Dios es consciente de que somos pecadores, sólo quiere que continuemos en nuestro empeño de llegar a ser santos. Por tanto, no nos preocupemos por haber hecho cosas malas en el pasado. Pero sigamos adelante con la conciencia de que nuestro Señor Jesús ha pagado por nuestros pecados y vivamos nuestra vida dando esperanza a los demás. Jesús vino en busca de los pecadores. No los condene, sino se preocupaba por ellos. Estamos invitado a imitar su ejemplo. No olvidemos que una de las obras espirituales de misericordia es amonestar a los pecadores (Lc 15,7), no juzgarlos ni condenarlos.

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