11.09.2022 – Mogón-Arroturas-Agrupación de Mogón-Villacarrillo

Arrepentimiento, misericordia y perdón.
Éxodo 32:7-11, 13-14, Salmo 50:3-4, 12-13, 17, 19, 1Timoteo 1:12-17
Las lecturas de hoy nos introducen a algunos de los temas importantes del cristianismo: El arrepentimiento, la misericordia y el perdón. Dios es misericordioso y nos perdona. Nos invita a ser también misericordiosos y a perdonar a nuestros hermanos que nos ofenden. Pero Dios nos sigue invitando al arrepentimiento, a reconocer nuestras insuficiencias y a buscar una verdadera conversión del corazón. Dios ama al justo pero no ignora al pecador, para el que siempre hay un lugar en su reino. La Iglesia no es un club exclusivo. Los fariseos se resienten de la misericordia de Dios. La parábola de la oveja perdida no niega la bondad de la mayoría virtuosa, pero señala que hay un lugar especial para el pecador arrepentido. La moneda perdida es importante para el ama de casa cuidadosa, y su alegría por su recuperación es compartida porque es profundamente sentida. La suma puede ser modesta, pero su valor sentimental le importa mucho. Todo es V.I.P. a los ojos de Dios, y especialmente lo que se perdió y se encontró.
Pero hay otra cara de esta historia: el Hijo Pródigo “volvió en sí.” Abrió los ojos para ver, los oídos para oír; buscó ayuda y se puso en contacto con la realidad. La acogida del padre fue extraordinaria, pero sólo pudo producirse porque el hijo volvió a casa. ¿Estamos dispuestos a dejarnos abrazar por el Padre, y estamos preparados para entrar en razón también? Su misericordia está ahí para cualquiera de nosotros que se dirija a él de todo corazón.
La parábola del hijo pródigo es un clásico de la destreza narrativa que tiene una vigencia intemporal. Necesitamos saber que un Padre amoroso espera nuestro regreso a casa. También necesitamos que se nos recuerde que ese mismo Dios amoroso espera que nos perdonemos unos a otros y que nos mantengamos en contacto. La alegría de la vuelta a casa de un hijo se estropeó para el padre por el enfado del hermano mayor.
Qué triste que el hermano mayor estuviera resentido con su hermano por haber sido tan derrochador en el pasado. Dios quiere que todos seamos misericordiosos. Dejar a la gente desamparada no forma parte de su plan. Aunque vivía bajo el mismo techo, el hijo mayor estaba aislado de su padre. Centrado en sus propios derechos y necesidades, no podía digerir el regreso seguro de su hermano. Llamarle “este hijo tuyo” debió de afligir a su padre. Los discípulos fieles y obedientes deben estar abiertos a acoger en casa a los salvajes, incluso a los aparentemente despilfarradores, porque así es como se hacen las cosas “arriba”, según Jesús.
La historia del hijo pródigo no tiene un final claro. No sabemos si el hermano mayor acabó entrando para unirse a las celebraciones, o se quedó fuera, hirviendo de santurronería. No hay un final, porque no es sólo una historia, es un reto para cada uno de nosotros. ¿Cómo terminarías tú la historia? ¿Entrarías tú o te quedarías fuera?