16.04.2022 – Mogón

No tengáis miedo, ¡Cristo ha resucitado! Aleluya, aleluya

Esta noche es la más importante y jubilosa para todos los cristianos. Es única entre todas las demás noches porque es una noche de victoria, de liberación y de curación. Es el punto culminante de la historia de nuestra salvación. Es la noche de la Pascua. Esa noche que todos hemos estado esperando.

La forma más sencilla de resumir el acontecimiento de esta noche es reflexionando profundamente sobre las palabras del pregón que hemos escuchado esta noche. “…Esta es la noche en que la columna de fuego destruyó las tinieblas del pecado. Esta es la noche en la que los cristianos de todo el mundo son lavados del pecado, liberados de toda contaminación, son restaurados en la gracia, y, crecen juntos en la santidad. Esta es la noche en que Jesucristo rompió las cadenas de la muerte y resucitó triunfante de la tumba…”

Al igual que Moisés condujo a Israel fuera de Egipto hacia la liberación después de la Pascua en la tercera lectura de esta noche, así, mediante su resurrección, Cristo inaugura un nuevo pueblo de Dios que camina hacia la liberación. El antiguo pueblo era Israel. Ambos pueblos tuvieron su Pascua. Hubo una Pascua judía y esta noche es la Pascua cristiana.

En la primera Pascua, el pueblo fue liberado de la opresión de Egipto y se puso en camino hacia la tierra prometida. En nuestro caso, nosotros, el nuevo pueblo de Dios, hemos sido liberados de las tinieblas causadas por el pecado. Así, guiados por Cristo resucitado, hemos empezado a vivir y a caminar en la luz.

En la liturgia de esta noche, hay un simbolismo impresionante. Es el ritual del Cirio Pascual. La iglesia permanece en la oscuridad. El cirio pascual se enciende mientras el sacerdote aclama: “¡Luz de Cristo!” Es fácil de entender. La humanidad estaba en la oscuridad y la confusión. Cristo se ha hecho luz para que podamos ver y caminar.

La Iglesia es el nuevo pueblo de Dios. Mediante su resurrección, Cristo realizó la nueva Pascua. Por eso, el mensaje central de esta noche pascual es la liberación. Dejemos atrás la opresión y caminemos hacia la libertad. Con toda la alegría de quien ha abandonado los muros de la cárcel o la cama del hospital, comencemos a caminar para construir una nueva vida, una nueva familia, una nueva comunidad y un nuevo pueblo.

Como nos dice Pablo en la octava lectura de esta noche, hemos muerto con Cristo, ahora también hemos resucitado con él. Esta noche, mediante la renovación de nuestros votos y promesas bautismales, Dios, en su misericordia, nos ha llamado a una nueva vida. Así, nuestra vida es ahora la vida de Cristo. Por eso, caminemos con él y vivamos con él.

Como los ángeles dijeron a las mujeres en el evangelio, así nos dice a nosotros esta noche: No hay que temer ni preocuparse… Ha resucitado de entre los muertos, como dijo que haría”. Por lo tanto, esta es una noche hecha por el Señor. Es una noche de una nueva vida y una nueva esperanza.