11.11. 2021 – Villacarrillo

El día del juicio y el veredicto final de Dios

Sabiduría 7,22-8,1, Salmo 118, Lucas 17,20-25

El “Día del Señor” se entendía en el Antiguo Testamento como el momento en que Dios manifestaría su gloria y su poder y derrotaría a los enemigos de su pueblo, Israel. El profeta Amós declaró que el “Día” también significaba el juicio para Israel, así como para las naciones (Amós 5:18-20). El profeta Joel proclamó que en ese “Día” los que se arrepintieran de verdad se salvarían, mientras que los que siguieran siendo enemigos del Señor, ya fueran judíos o gentiles, serían castigados (véase Joel 2).

Jesús se identificó con el “Día del Señor”. “Hijo del hombre” se entendía como un título mesiánico para aquel que vendría no sólo a establecer el reino de Dios, sino que vendría como Juez de los vivos y de los muertos. Jesús señala su segunda venida, cuando volverá para completar la obra de restauración y el juicio final. Aunque no sabemos el momento de su regreso, no nos equivocaremos cuando ocurra. Será evidente para todos, tanto para los creyentes como para los no creyentes.

Los judíos de la época de Jesús esperaban con gran expectación alguna señal que indicara cuándo aparecería el Mesías para establecer el reino de Dios. La pregunta de los fariseos sobre este asunto tenía por objeto poner a prueba a Jesús, ya que no lo aceptaban como el Mesías. Jesús los sorprendió con la respuesta de que el reino o el reinado de Dios ya estaba aquí. Jesús habló de la llegada del reino de Dios como un acontecimiento presente y como un acontecimiento que se manifestaría al final de los tiempos. Jesús anuncia que el reino de Dios ya estaba presente entre ellos en su propia persona: el Hijo de Dios enviado por el Padre para redimir al mundo del pecado y la corrupción.

A veces, también nosotros, como los fariseos, nos impacientamos ante las dificultades y la injusticia de nuestro mundo y presionamos para obtener una respuesta: “¿Cuándo llegará el reino de Dios?”. En su respuesta, Jesús deja de lado la pregunta de cuándo y se centra en cómo vendrá el reino de Dios. No se identifica con un punto de tiempo, al contrario de los que intentan predecir el fin del mundo en tal o cual día. Se niega a situar el reino de Dios “aquí” o “allí”. La respuesta de Jesús es desconcertante, pero también consoladora: El reino de Dios ya está en medio de vosotros.

Cristo está presente en nuestras vidas de más formas de las que nos damos cuenta. Su presencia será a menudo poco dramática, sin fanfarria. Sin embargo, su influencia está presente día a día, y especialmente a través de las personas que construyen y sanan y dan vida. “Yo estoy con vosotros siempre”, es su garantía de que nunca nos dejaran solos. Lo que necesitamos son ojos para ver y oídos para oír, con fe. Siempre tenemos que rezar: “Aumenta nuestra fe”. Dentro de nuestros propios corazones, el reino de Dios ya ha comenzado, a través de la obra de Jesús entre nosotros. Tenemos que ser testigos de la presencia de Dios en nuestro mundo llenándolo con amor, piedad, virtudes y caridad.