10.10.2021. Mogón – Villacarrillo

¿Que haré yo para tener vida eterna?

Sab 7:7-11, Salmo 89, Heb 4: 12-13, Marcos 10:17-30

La primera lectura de hoy habla de prudencia y sabiduría. Que entre muchos de virtudes humanas que podemos tener estos dos no se puede faltar. Nos necesitan los dos en la vida diaria porque nos ayudarán a tomar las decisiones y acciones rectos. Es decir, decisiones y acciones conforme a la voluntad de Dios. Decisiones y acciones que no contraponer los mandamientos de Dios. Como decir el salmista de hoy: “enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato.” Prudencia y sabiduría nos ayudan siempre a tener un corazón sensato; un corazón que no esta apegada a las cosas de tierra como un fin. Un corazón que no convierta la belleza, la plata y riqueza como ídolos. Un corazón sensato nos ayudará a saber que como dice la segunda lectura de hoy que, a los ojos de Dios, Creador del mundo “nada se le oculta; todo está patente y descubierto a los ojos a quien hemos de rendir cunetas.”

Hermanos en Cristo, la prudencia es la virtud de discernir y distinguir lo que esta bien de lo que esta mal y actuar en consecuencia. Y la sabiduría es la facultad de las personas para actuar con sensatez, prudencia o acierto. Los dos siempre van juntos. Donde hay sabiduría siempre se actuar con prudencia. Otro nombre que se puede llamar los dos es un corazón sensato.

Todo esto puede ayudarnos a comprender el evangelio de hoy. Un joven rico se acercó a Jesús corriendo, se arrodilló y le preguntó. Este joven rico ha leído mucho de la biblia, es religioso y piadoso, pero tiene sus dudas por eso la pregunta. Su pregunta no es como los de fariseos y escribas que siempre se pregunta a Jesús para ponerlo a prueba. Su pregunta era una pregunta sincera. ¿Que haré yo para tener vida eterna? Es una pregunta muy importante. Es una pregunta que tenemos que preocuparnos todos los días. ¿Que hago yo para tener vida eterna? ¿Lo que estoy haciendo ahora mismo vale para la vida eterna o no? Esta pregunta puede ayudarnos a la recolección, reflexión y a un señor ten piedad. Y con sabiduría, prudencia y un corazón sensato podemos enfocarnos a distinguir y discernir siempre lo que vale para la vida eterna.

Por desgracia después el encuentro el joven rico se fue triste porque no quiere desprenderse de sus riquezas. Ha observado los mandamientos, pero no quiere compartir lo que tiene con los pobres. Es un hombre piadoso, religioso, pero de hacer caridad, de ayudar a los demás, de hacer sacrificios, de abnegarse no es cosa suya. Pero esos son exactamente los requisitos para tener la vida eterna. Es decir que es una cosa de saber lo que hacer y otra cosa de hacerlo. El venía a pregunta y después de respuesta ya no quiere seguirle.

¿Es mal de tener riquezas? NO. Es mal de ser rico? NO. Es mal tener dinero, pasta? NO ¿Es mal de tener ambición? NO. Es mal de ser famoso? Eso depende, pues, pero NO. Lo que es mal es cuando estas cosas se conviertan a ídolos. Cuando nuestros corazones están siempre pendientes de estas cosas y así no podemos mirar hacia el camino y la voluntad de Dios. La historia de la Iglesia esta llenar de gente ricos y poderosos que han ayudado la Iglesia para llevar a cabo su misión. También hoy en día en nuestra época hay mucha gente que con sus bienes apoya y colabora con la Iglesia. Esos son creyentes que no solamente son piadosos, religiosos como este joven rico, pero además han adquirido un cierto nivel de sabiduría, prudencia y un corazón sensato para saber que sus bienes son para ayudar a los mas desfavorecidos y los pobres. ¿Que haré yo para tener vida eterna? Pues, los mandamientos sí, pero además eso tenemos que compartir nuestros bienes con los demás. A veces, la gente viene a confesar y siempre dicen “no he robado, no he matado.” El evangelio de hoy es claro, que solo estos no son suficiente, tenemos que va mas allá. La palabra es caridad. Cuando sabemos que apenas tenemos mucho tiempo en este mundo como dice el salmista de hoy así que tenemos que empezar ya a hacer obras caritativas con los demás. La cantidad no es lo que cuenta, pero el corazón en la que hacemos.

Oremos hoy para que el Señor nos ayuda a tener un corazón sensato, prudencia y sabiduría así intentaremos siempre de elegir el camino que conduce a la vida eterna.