Cada Semana Santa tenemos una nueva oportunidad para contemplar la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, para acercarnos de su mano al Misterio Pascual. Todo aquel que lo intenta con un corazón humilde, puede coger la mano de quien va por delante de nosotros y dirigirse hacia donde más anhela nuestro corazón: a la casa del Padre. Aquel niño, débil y frágil, que nació en el pesebre amenazado de muerte, consiguió mostrar al mundo que el camino del amor es el único que puede colmar nuestros deseos de plenitud y felicidad.

Domingo de Ramos. La Semana Santa la inaugura el domingo en el que el pueblo de Israel grita al unísono «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!» (Marc 11,9). Pero el mismo día también nos orienta hacia la pasión del Señor, pues el que viene es el siervo sufriente anunciado por Isaías, el profeta de la esperanza.

Jueves Santo. El triduo pascual empieza con la misa vespertina del jueves santo por la cual hacemos memoria de la Cena de la nueva Pascua, donde Jesús anticipa su entrega final e instituye la Eucaristía. Hay dos momentos que son únicos a esta celebración: el lavatorio de los pies, que vincula la entrega de Jesús con el servicio a los hermanos; y la reserva del Santísimo Sacramento, que permite la comunión al día siguiente y la adoración del Señor (la Hora Santa).

Viernes Santo. El Viernes Santo se fija en la Pascua del Cordero degollado. Jesús, habiendo amado hasta el extremo, se entrega en la Cruz. Toda la concentración de este día es la contemplación y la veneración de la Santa Cruz. Es el único día en que no se celebra la Eucaristía en toda la Iglesia pues la Eucaristía es la conmemoración del sacrificio de Cristo en la Cruz. Aunque no hay eucaristía, sí entramos en comunión con Él. De hecho, El pan consagrado en la Ultima Cena, es el cuerpo entregado por nosotros, alimento espiritual que nutre nuestra vida y posibilita nuestra esperanza.

Sábado Santo. Tras la muerte de Cristo, el mundo se queda sin su hermano mayor. Desorientado. Desolado. Reina el silencio. Es día de meditación profundo de los misterios de la cruz y de la muerte. También es día de espera y preparación para la pascua. Se ofrece oraciones por las almas en purgatorio y todos los difuntos.

Vigilia Pascual. La vigilia pascual concluye el triduo pascual. Es la noche mas importante en la cristiandad. La vigilia mas solemne. Se celebra la resurrección del Señor. El fuego inicial enciende el cirio pascual que destaca el triunfo del resucitado sobre las tinieblas que intentan reinar en este mundo. La Palabra nos invita a unir nuestra historia con la historia de salvación. El agua bautismal hace germinar los brotes nuevos del tronco de Jesús y fortalece a los sarmientos ya existentes para que permanezcan unidos a la vid. La mesa de la Eucaristía, finalmente, permite el encuentro con quien nos amó primero.

La Semana Santa y el don de la indulgencia plenaria

Durante la Semana Santa es posible obtener el don de la indulgencia plenaria tanto para uno mismo como en beneficio del alma de un difunto. La indulgencia plenaria es una gracia concedida por la Iglesia Católica para eliminar la pena temporal que, como consecuencia del pecado, deben pasar muchas almas en el purgatorio. Estos beneficios son posibles por los méritos de Jesucristo, María y todos los santos y se aplican a los pecados ya perdonados, de tal manera que el alma queda limpia en el mismo estado como si la persona estuviera recién bautizada.

Jueves Santo: Durante el Jueves Santo, cuando se celebra la Misa de la Cena del Señor, se puede obtener la indulgencia plenaria recitando o entonando el himno eucarístico “Tantum Ergo” (Adorad Postrados) en el momento de la reserva del Santísimo Sacramento. También se pueden lucrar estas gracias especiales si se visita por espacio de al menos media hora el Santísimo Sacramento reservado en el Monumento para adorarlo.

Viernes Santo: El penitente puede obtener indulgencia plenaria el día de Viernes Santo si asiste con piedad y devoción a la adoración de la Cruz en la solemne celebración de la Pasión del Señor. Igualmente, el fiel católico puede alcanzar esta gracia para sí o para un difunto con la participación devota en el Vía Crucis.

Sábado Santo: Durante el Sábado Santo en el que los católicos aguardamos la Resurrección del Señor, se puede obtener la indulgencia plenaria mediante el rezo del Santo Rosario en común dos o más personas. Redimir la pena temporal del Purgatorio también es posible si se asiste a la Vigilia Pascual por la noche y en ella se renuevan las promesas del Bautismo, lo que está previsto en la liturgia de esa Misa.

Nota: Para obtener la indulgencia plenaria, además de haber realizado la obra concreta mencionada en la lista anterior, se requiere el cumplimiento de las siguientes condiciones: En primer lugar, rechazo profundo de todo afecto hacia cualquier pecado, incluso venial. En segundo lugar, es preceptivo acudir a la Confesión sacramental, comulgar y rezar por las intenciones del Papa. Estas condiciones pueden cumplirse unos días antes o después de la ejecución de la obra de piedad para ganar la indulgencia; pero conviene que la comunión y la oración se realicen el mismo día en que se cumple la obra.

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