15.05.2022 – Mogón – Arroturas – Agrupación de Mogón

Os doy un mandamiento nuevo que os améis unos a otros
Hechos 14, 21-27; Salmo 144, 8-13; Apoc 21, 1-5; Juan 13, 31-35
En este quinto domingo de Pascua, seguimos glorificando a Cristo resucitado. Poco a poco, Cristo se acerca a su Ascensión al cielo. De ahí que nos haya prometido un lugar con él en su reino si perseveramos en nuestra fe y en nuestro amor mutuo.
En la primera lectura de hoy, Pablo nos anima a permanecer fieles en nuestras misiones como discípulos de Jesucristo. Nos recuerda que: “Todos tenemos que pasar por muchas dificultades antes de entrar en el reino de Dios.” En otras palabras, nuestro sufrimiento como cristianos es el peldaño para nuestra victoria. Si no perdemos la fe durante los tiempos de persecución y las dificultades, saldremos victoriosos. Por tanto, el amor a la palabra y el amor mutuo deben sostenernos en nuestra marcha hacia el reino de Dios.
A través de la visión de Juan en la segunda lectura de hoy, Dios nos da una visión de ese reino del que habló Pablo en nuestra primera lectura. El reino de Dios es el lugar de la renovación donde Cristo nos devolverá la gloria perdida. La Nueva Jerusalén es la recompensa para los cristianos que dan un testimonio auténtico de Cristo. Es la esperanza de los que soportan la persecución por causa de Cristo. Es la esperanza de los que mantienen su fe en Cristo.
Es un lugar de consuelo y de consolación donde Cristo resucitado “Enjugará todas las lágrimas de sus ojos; ya no habrá muerte ni luto ni tristeza.” A través de esta visión, se nos anima y asegura una vez más que Dios mismo tiene un lugar para nosotros en su reino. Es su deseo que un día también estemos con él en su reino eterno donde prometió hacer todas las cosas nuevas para nosotros. Sin embargo, antes de eso, debemos soportar el crisol de este mundo.
En el evangelio de hoy, Cristo nos da un nuevo mandamiento que nos ayudará a superar este mundo y a marchar hacia la Nueva Jerusalén. Dice: “Os doy un mandamiento nuevoque os améis unos a otros.” Con ello, Cristo nos recuerda que la única manera de superar las tribulaciones y persecuciones de este mundo es permaneciendo unidos en el amor.
En tiempos de pruebas y persecuciones, el amor es la virtud que sostiene a toda comunidad cristiana. La primera comunidad cristiana lo entendió muy bien. Obedecieron el mandato de Cristo y tuvieron éxito en sus misiones. Por eso, sus admiradores comentaban así: “Mirad cómo se aman.”
Cualquier comunidad o familia cristiana unida en el amor nunca perderá su enfoque ni su fe en Dios. Este es el amor que Pablo describe en el capítulo trece de su primera carta a la comunidad cristiana de Corinto. Este amor se preocupa y no explota al otro. Soporta, perdona, empatiza y se solidariza con el otro. Este amor puede ser ciego, pero sigue siendo muy prudente, sensato, razonable y piadoso.
Por último, el amor del que habla Cristo aquí es una marca de identificación. De ahí que diga: “…Por este amor, conocerán todos que sois discípulos míos.” En otras palabras, es lo que nos define como discípulos fieles de Cristo. Sólo los que aman sinceramente pueden entrar en la Nueva Jerusalén que Cristo resucitado prometió a su pueblo. Este amor marca la vida nueva que Cristo trae a todo su pueblo en este tiempo de Pascua.
Celebrando el primer aniversario de la bendición del Imagen de Padre Jesús Nazareno de la Salud, pedimos que el Santísimo Cristo de la Salud nos ayuda a alcanzar y vivir este nuevo mandamiento de amor.