1 de octubre de 2021. Novena Virgen del Rosario – Mancha Real. Fiesta de Santa Teresa del Niño Jesús

Baruc 1,15-22, Salmo 78, Lucas 10,13-16

Tenemos que arrepentirnos, reformar nuestros caminos y tener esperanza.

Ayer leímos en el Libro de Nehemías cómo se descubrió el libro de la ley durante la restauración del templo, cómo se reunió el pueblo para escuchar la palabra de Dios proclamada por Esdras y cómo los levitas explicaron más al pueblo la palabra de Dios. Ante la cruda realidad de las palabras proclamadas en el libro de la ley, el pueblo hizo un mea culpa – Señor ten piedad y se sintió apenado por haber ido contra el mandamiento y la alianza. Hoy leemos la profecía de Baruc, ambientada en la misma época pero que refleja el exilio babilónico (587-539 a.C.), con un contexto que refleja la fiesta judía de los Tabernáculos. En esa época se hacía una colecta para enviar a Jerusalén para ofrecer sacrificios y alimentar a los pobres de la ciudad santa. La fiesta de los Tabernáculos (es decir, de las tiendas) era originalmente una fiesta de acción de gracias por la cosecha. Pero durante el exilio y en el período post-exílico, hubo un contraste evidente entre el alegre ritual y la dura realidad de su vida. Entonces, la alegría del pueblo se tiñó de tal tristeza que fue necesario decirles: “No estéis tristes, pues el gozo en el Señor es vuestra fortaleza” (Neh 8,9-10). En la lectura de hoy, Baruc le dice al pueblo que nuestra situación es culpa nuestra. Deberíamos sonrojarnos de vergüenza, porque hemos sido desobedientes. Hemos sido infieles. Sin embargo, el Dios misericordioso del Éxodo sigue estando con nosotros hoy. Sólo tenemos que arrepentirnos y reformar nuestros caminos y, sobre todo, tener esperanza.

Este mensaje de la voluntad, de la decisión de arrepentirse, de reconocer nuestras faltas y de reformar nuestros caminos, vincula la primera lectura de hoy con el Evangelio según Lucas. Aquí tenemos la impresión de que los habitantes de Corazín y Betsaida no apreciaban la importancia de Jesús entre ellos. Eran indiferentes a su ministerio de curación y no estaban dispuestos a tomarlo en serio. Tampoco apreciaban la predicación, las curaciones y la llamada al arrepentimiento de Jesús, ni reformaban sus vidas. El pueblo de Corazín y Betsaida se compara con Tiro y Sidón. Estos últimos se habrían arrepentido, si hubieran visto o experimentado en su vida los milagros y las predicaciones de Jesús. Nosotros podemos ser más bien como ellos. También nosotros podemos no ver cómo el Señor se mueve entre nosotros. Su presencia entre nosotros se expresa a veces de forma muy ordinaria y poco espectacular. Puede tomar la forma de una amabilidad inesperada que alguien nos muestra, una invitación que no esperábamos, una palabra de aprecio o apoyo en un momento en que era necesario, una respuesta positiva y generosa a una petición que hacemos. Incluso esta novena en sí misma es un acto de la presencia continua de Jesús entre nosotros y una llamada al arrepentimiento y al cambio de corazón.

Puesto en el contexto y la perspectiva adecuados, hemos estado plagados desde 2020 con la pandemia, hemos visto a muchos contagios, muchos cayeron enfermos, hemos perdido y enterrado a muchos de nuestros seres queridos. Pero seguimos vivos, hemos sobrevivido a la tormenta. Como efecto colateral, hemos visto a muchos paros, a otros caer en la desesperación, a otros en grandes deudas y bancarrota. Pero nosotros estamos aquí, vivos, sanos y todavía llenos de esperanza en un mañana mejor. ¿Cómo y por qué hemos sobrevivido? ¿Por nuestros propios méritos? ¿O porque fuimos los más proactivos, observando todas las medidas sanitarias? Es simplemente por la gracia de Dios. Por la protección maternal de la Virgen del Rosario, que intercedió por nosotros, para que esta plaga pasara. Como pueblo estamos llamados hoy a reconocer esto, la presencia de Dios, la intercesión de la Virgen en el tiempo de angustia especialmente de la pandemia. Esta actitud de reconocimiento y gratitud debe llevarnos a confesar nuestros pecados, a amar a Dios, a nuestro prójimo y a confiar más en el poder salvífico de nuestro Dios y salvador. A menos que lleguemos a este nivel de reconocimiento y gratitud, la nuestra no sería diferente de la de Corazín y Betsaida y, según Jesús en el evangelio de hoy, las ciudades de Tiro y Sidón estarían mejor que nosotros, porque si hubieran sido testigos de tales milagros de salvación en la pandemia, por ejemplo, se habrían arrepentido en saco y ceniza.

Esta novena en honor de la Virgen del Rosario es una oportunidad más para llevarnos a esta actitud de gratitud y reconocimiento. Lo que Dios logró en la humilde esclava la bendita Virgen María, convirtiéndola en la madre de su único hijo, Jesucristo, lo sigue logrando en nosotros que ahora empleamos su poderosa intercesión. Aprovechando este momento como tiempo de confesión de nuestros pecados, de profesión de nuestra fe y de gratitud a Dios, pedimos la continua intercesión de la bendita Madre, que dijo “sí” a la voluntad de Dios, para que, imitando su ejemplo, sigamos diciendo “sí” a la voluntad de Dios en los avatares de nuestra vida y actividades cotidianas. 

Hoy celebramos también a Santa Teresa del Niño Jesús, conocida como la Santa de las cosas pequeñas. Entró en el convento a los 15 años y murió a los 24 años. Su libro “Historia de un alma” es uno de los libros espirituales más populares del mundo. Su carisma fue el de hacer las cosas pequeñas y ocultas por Dios y por amor. Vivió su vida rezando por la conversión de las almas y el crecimiento de la Iglesia. “Prefiero la monotonía del sacrificio oscuro a todos los éxtasis. Coger un alfiler por amor puede convertir un alma”.

Jesús se nos hace presente en y a través de los demás. Él esta presente en esta eucaristía “Quien te escucha a ti, me escucha a mí.” A veces, no siempre nos damos cuenta de su presencia, aunque sí nos agrada de diferentes maneras. Al anochecer, puede ser el buen tiempo de mirar hacia atrás en el día, para discernir indicios de la presencia bondadosa de nuestro Señor, y dar gracias en silencio por ello. En lugar de cuestionar continuamente los caminos de Dios en el desarrollo de nuestras vidas, como los judíos, tenemos que creer siempre en la bondad de Dios.

Que Santa Teresa del Niño Jesús y la Virgen del Rosario intercedan continuamente por nosotros en nuestra peregrinación hacia la casa del Padre.