05.11.2023 – Villanueva del Arzobispo – Iznatoraf

Hacen todas sus obras para ser vistos por los demás
Mal 1, 14-2, 2-10; Sal 130; 1Tes 2, 7-13, 5-11; Mateo 23, 1-12
El Evangelio de hoy es una invitación a todos, especialmente a los más piadosos y a los que tienden a juzgar a los demás, a examinar la razón de nuestras buenas obras. Toda forma de fariseísmo debe ser sometida a una autocrítica. “El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Todos los que se enaltecen serán humillados, y todos los que se humillan serán enaltecidos”.
¿Cuál es el motivo de nuestras acciones o servicios? ¿Somos sinceros en nuestros servicios a los hermanos? Jesús critica a los fariseos no por las cosas buenas que hacían, sino por el motivo de sus buenas acciones. No sólo que “no practican lo que enseñan. Atan cargas pesadas, difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los demás; pero ellos mismos no están dispuestos a mover un dedo para moverlas.” Pero lo más importante es que “hacen todas sus obras para ser vistos por los demás”. Hacen lo que hacen por la valoración y el reconocimiento humanos. No lo hacen por convicción. Toda su vida está envuelta por el orgullo y la soberbia. Carecen de sinceridad y humildad.
San Pablo en la segunda lectura dice “fuimos mansos entre vosotros, como una nodriza que cuida tiernamente de sus propios hijos”. El servicio sin humildad no conduce a nada. Si el orgullo nos domina no podemos servir fielmente a nuestros hermanos y hermanas. La humildad nos libera para amar y servir a los demás de buena gana y desinteresadamente, por su propio bien, en lugar de por el nuestro. El Apóstol Pablo nos da el mayor ejemplo y modelo de humildad en la persona de Jesucristo, que se despojó de sí mismo, tomando forma de siervo, y… que se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Filipenses 2:7-8). Pedimos hoy por la gracia de humildad en nuestros servicios y entrega a los demás.