Apoc 7:2-4, 9-14, Salmo 24, 1Juan 3:1-3, Mateo 5: 1-12.

El primer día de noviembre de cada año, la Iglesia universal celebra la fiesta de todos los santos conocidos y desconocidos. La primera lectura de esta fiesta del Libro de Apocalipsis describe a estas personas en un lenguaje figurado así: “Después de esto vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritan con voz potente: «¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!» Y todos los ángeles que estaban de pie alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron rostro a tierra ante el trono, y adoraron a Dios, diciendo: «Amén. La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén». Y uno de los ancianos me dijo: «Estos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?» Yo le respondí: «Señor mío, tú lo sabrás». Él me respondió: «Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero».” (Apocalipsis 7: 9 -14 Biblia CEE)

La invitación y la llamada a la santidad es una llamada e invitación universal.  Todo ser humano está llamado a la santidad. No es una cosa reservado solamente a los sacerdotes, monjes, religiosos o religiosas.  No importa su estado, género o color.  Todos están llamados a la santidad.  De norte a sur, de este a oeste. De cada nación, raza, pueblo y lengua, la invitación es para todos. A través de su trabajo, sus estudios, sus actividades diarias, sus sacrificios y sus sufrimientos, todos vosotros (nosotros) estáis (estamos) purificados para ser santos. Este es el significado de las palabras de Cristo en Mateo 5:48: “Vosotros, pues, sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto.” Es una lástima ser testigo de cómo tantos están tan preocupados por el hoy y el mañana que aún no apuntan a la santidad.  Todo el mundo está predicando la Manifestación Divina, el Éxito y la Prosperidad, pero no mucha gente aspira a la santidad.

Una llamada a la santidad no significa que debemos huir del mundo, pero significa que debemos santificar el mundo con nuestra vida de auténtico testimonio cristiano. Al vivir una buena vida, se responde al llamado a la santidad. La llamada a la santidad no significa que debemos vivir en la Iglesia haciendo muchos días de oración y ayuno seco, significa que debemos amar a nuestros hermanos y hermanas y desear lo mejor a todos.  La llamada a la santidad nunca puede ser minimizada ni truncada por los signos de los tiempos. Vivimos en una sociedad donde el satanismo y el sexismo se están convirtiendo gradualmente en la religión más patrocinada del mundo. La llamada a la santidad se convierte así en un llamado a ser el catalizador de un cambio positivo en la sociedad.  Es una llamada a rechazar el mal y abrazar el bien. Una llamada a promover todo lo bueno y lo que vale la pena. Una llamada a estar del lado de la justicia, los pobres, los oprimidos, los perseguidos y los marginados de la sociedad. Es una llamada a decir No a la cultura del nudismo y la cultura de la muerte y la violencia.  Una llamada a trabajar con todos los hombres y mujeres de buena voluntad para sanear y derrumbar todas las formas de estructuras sociopolíticas opresivas e inhumanas.

La lista de la Iglesia o Letanía de los santos nunca puede ser exhaustiva porque hay muchos santos desconocidos de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas. Lo que la Iglesia pretende comunicar con su letanía es darnos algunos ejemplos de personas cuyas vidas vale la pena emular para que sus vidas puedan servirnos de guía y modelo. Acerca de los santos, el autor del Apocalipsis dice: “Por eso están ante el trono de Dios y le sirven día y noche en su templo, y el que se sienta en el trono habitará en medio de ellos. Ya no pasarán hambre, ni tendrán sed, no les agobiará el sol, ni calor alguno, pues el Cordero, que está en medio del trono, será su pastor, que los conducirá a las fuentes de las aguas de la vida, y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos.”  (Apocalipsis 7: 15-17 Biblia Navarra).  Los santos están en paz y son felices con Dios. Han recibido la recompensa más alta de la vida que es la Vida Eterna con Dios. No olvidemos la advertencia de Cristo: “¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida?”  (Marcos 8:36 Biblia Navarra).

San Pablo nos da la forma más fácil de responder a esta llamada de amor y santidad, dice: “Finalmente, hermanos, cuánto hay de verdadero, de honorable, de justo, de íntegro, de amable y de encomiable; todo lo que sea virtuoso y digno de alabanza, tenedlo en estima … y el Dios de la paz estará con vosotros (Filipenses 4: 8,9 Biblia Navarra).

Cuando los santos se emparejen, ¿no te gustaría estar en el número?  Si el ladrón crucificado con Jesús pudiera ser un santo, tú tampoco estás exento. Cuando estaba en el colegio, una de las canciones de la asamblea matutina que todavía me llama la atención era así: “Si haces el bien, el reino [de Dios] te espera, si lo haces mal, ya no hay reino [de Dios] esperándote.”

Junto con la Iglesia alegrémonos con todos nuestros hermanos y hermanas que a través de sufrimientos y persecuciones de todo tipo se han mantenido santos y sin mancha y ahora están en paz con Dios. Donde están hoy, a nosotros también nos gustaría estar.  ¿O no lo harías tú?  ¡La decisión es tuya y el momento es ahora!

¡Que los santos intercedan continuamente por nosotros en nuestra vida y luchas diarias!