
Muchos vendrán del este y del oeste.
Isaías 66:18-21; Salmo 117:1, 2; Hebreos 12:5-7, 11-13; Lucas 13:22-30
Muchos de nosotros podemos decir con gran confianza: «Soy miembro de la fe cristiana». Muchos de nosotros también podemos decir: «Amo a Jesucristo. Él es mi Señor y Salvador». Estas declaraciones son cruciales y fundamentales. Pero las lecturas de hoy quieren recordarnos que la pertenencia nominal, en papel no es suficiente. Debemos conocer al pastor y mantener sus valores, y mostrar estos valores en nuestras acciones y actitudes.
Hay dos imágenes en el evangelio de hoy. Tenemos la imagen de la puerta y la imagen del banquete celestial. Esfuércense por entrar por la puerta estrecha. La palabra griega para esforzarse aquí es «agonizesthe». Significa «ejercicio», «esfuerzo», «lucha». Esforzarse significa cooperar con la gracia de Dios. Esforzarse significa no darlo por sentado. Esfuérzate y no des nada por sentado… Es una palabra que Pablo utiliza en muchas ocasiones en sus cartas, por ejemplo, en 1Cor 9, 25: «Todo atleta se ejercita en todo»; 1Tim 4, 10: «Nos esforzamos y luchamos, porque tenemos puesta nuestra esperanza en el Dios vivo»; 1Tim 6, 12: «Combate el buen combate de la fe»; 2Tim 4:7 (He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe). Esforzarse, seguir luchando por entrar por la puerta estrecha es el énfasis principal de las lecturas de hoy. Significa que no debemos relajarnos y sentir que ya estamos salvados.
La segunda imagen es la del banquete celestial. El profeta Isaías 43:5-6 habla de cómo Dios traerá de vuelta a los descendientes de Israel desde el este y el oeste, el norte y el sur. Y Isaías 25:6 habla de cómo el Señor ofrecerá un banquete con manjares deliciosos y vinos selectos para todos los pueblos en su monte santo. Con esta imagen, Jesús nos invita a ser acogedores y abiertos con todas las personas, sin importar su origen o clase social, tal como Dios da una cálida bienvenida a todos. Ser seguidor de Jesús es ser abierto. Ser un discípulo fiel de Cristo también significa estar siempre alerta ante el peligro de dar por sentada nuestra pertenencia a la familia de Dios.
La respuesta a la pregunta de si solo unos pocos serán salvos es no. Al final, muchos serán salvos, pero muchos que pensaban que serían salvos no lo serán. La parábola es una advertencia profética para que nos arrepintamos y entremos en el reino. Cualquiera que piense que ya ha alcanzado la santidad debe ser muy humilde y muy cuidadoso. El discipulado en Cristo exige una vigilancia constante, una humilde apertura de corazón y mente.
Dios dirá: «Te conozco», cuando hayamos demostrado, a lo largo de nuestras vidas y acciones, que realmente conocemos a Jesús, que comprendemos la persona, el mensaje y los valores de Jesús, por cómo lo vivimos. La invitación es para todos, todos están invitados al banquete; lamentablemente, solo aquellos que se esfuerzan, que son disciplinados, que perseveran, serán finalmente salvados. En el reino No hay privilegios reservados para unos pocos elegidos.