08.12.2024 – Villanueva del Arzobispo – Iznatoraf (Jaén)

Hoy celebramos la Inmaculada concepción y también el segundo domingo de adviento. Y las lecturas de hoy nos ayuda a entender lo que significa estas celebraciones por el pueblo cristiano.
La Inmaculada concepción como ya sabemos fue declarada como dogma de fe por el Papa Beato Pío IX en el 8 de diciembre de 1854 en la Bula Ineffabilis Deus. Y decía: “La doctrina que afirma que la Virgen, en el primer instante de su concepción, fue preservada inmune de toda mancha de pecado de origen por una singularísima gracia y privilegio de la omnipotencia divina y en atención a los méritos del Redentor del género humano, es doctrina revelada y ha de ser así creída por los cristianos.”
Por el mismo privilegio divina, María es no solamente la Inmaculada, ella es La Madre de Dios, Siempre Virgen, La Asunción, Madre de la Iglesia y La Figura de la Iglesia. María que ha creído en la Palabra de Dios, que se ha fiado totalmente de Dios, es la figura y personificación de lo que es y debe ser la Iglesia; y de lo que llegará a ser un día. Ella es la discípula perfecta que no solamente escucho la palabra de Dios, pero siempre la cumple y un ejemplo para todos nosotros los cristianos que peregrina en este valle de lagrimas.
En el evangelio de hoy, el ángel (un mensajero de Dios) le dijo a María: “¡Salve, llena eres de gracia!” (Lucas 1:28). Es curioso que el evangelista Lucas usó la palabra griega κεχαριτωμένη kecharitōmenē, un perfecto pasivo atributo que indica que María no solo estaba llena de gracia en el momento de la visita del ángel, sino que está llena de gracia desde el comienzo de su vida. Lucas podría haber usado una palabra diferente para mostrar que María estaba llena de gracia solo en ese momento en particular, como cuando describió a Esteban “lleno de gracia” (πλήρης χάριτος plēres charitos) solo por un momento en Hechos 6: 8 antes de que fuera apedreado a muerte. Pero al usar κεχαριτωμένη kecharitōmenē, Lucas insiste en que María estuvo llena de gracia toda su vida incluso en el momento de su concepción.
Alégrate, María, llena eres de gracia. El Ángel llama a la Virgen “Llena de gracia.” Ese es el verdadero nombre de María y su verdadero esposo no es José, sino Dios mismo. Por eso María utiliza un lenguaje matrimonial para dirigirse a Dios que la ha hecho su esposa. Su hijo no será hijo de José, sino que se llamará “Hijo del Altísimo.” Sin embargo, será el Rey prometido y se insertará en la dinastía de David por la tutela de José. María tiene una vocación propia hacer que el Hijo de Dios sea hijo de mujer, sea plenamente humano. Es para realizar esa vocación para lo que ha sido llena de gracia para lo que Dios ha estado con ella siempre.
El segundo Domingo de adviento nos invita a como María a estar alegre por la buena noticia de la venida de Cristo. La alegría del evangelio (evangelii gaudium) como nos dice el Papa Francisco pertenece a quienes se dejan salvar por Cristo quien ha venido a salvarnos del pecado, de la tristeza, del vacío interior y del aislamiento. El adviento nos invita a aceptar esta invitación de salvación con alegría y abriendo la puerta de nuestro corazón a Él como María: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. Así llegaremos al Dia de Cristo limpios e irreprochables como nos dice San Pablo hoy.
Es fiesta de la Inmaculada, es tiempo de adviento, es tiempo de alegría. Hay que intentar compartir y difundir esta alegría a los demás también. Hay que dejar atrás vicios, cosas que nos impedir a compartir esta alegría del evangelio.
Junto con María, la Inmaculada y el salmista de hoy cantamos al Señor un cantico nuevo, porque ha hecho maravillas.