15.09.2024 – Villanueva del Arzobispo (Jaén)

La fe en la acción y en los momentos difíciles

Isaías 50, 5-9; Salmo 114; Santiago 2, 14-18; Marcos 8, 27-35

Queridos amigos en Cristo, hemos llegado al ecuador del Evangelio de Marcos, como si estuviéramos de viaje con los Apóstoles, aprendiendo a su lado mientras escuchan las enseñanzas de Jesús. Y lo que Él les dice, también nos lo dice a nosotros. Veamos qué tiene que decirnos hoy a cada uno de nosotros.

¿Quién es Jesús para mí? Jesús, siempre en movimiento, nos invita a pensar en nuestra relación personal con Él. No basta con repetir lo que dicen los demás; tenemos que averiguar quién es Jesús para nosotros, en el fondo de nuestro corazón.

Para responder a esta pregunta, podemos hacernos algunas preguntas sinceras: ¿Tiene Cristo un papel importante en mi vida cotidiana? ¿Me siento cerca de Él, como un amigo o un familiar? ¿Tomo tiempo para hablar con Él a lo largo del día? ¿Busco su guía antes de tomar decisiones importantes?

Los Evangelios están llenos de preguntas sobre quién es Jesús. Pero la más importante es la que Él nos hace directamente: «¿Quién soy yo para vosotros?» Él es el Mesías, pero cada uno de nosotros necesita encontrar su propia respuesta personal. ¿Es Jesús alguien sin quien no podemos vivir? ¿Alguien por quien daríamos la vida? Pensemos en estas preguntas y encontremos nuestras propias respuestas sinceras. Esa es la respuesta que Cristo está esperando oír de nosotros.

Isaías en la primera lectura nos recuerda lo importante que es apoyarse en Dios, especialmente cuando las cosas se ponen difíciles. Al igual que Jesús encontró fortaleza en su Padre durante su sufrimiento, nosotros necesitamos recurrir a nuestra fe cuando nos sentimos cansados, abrumados o agobiados. No te desanimes si las cosas no salen como habías planeado.

La fe, como nos dice el Apóstol Santiago, en la segunda lectura tiene que manifestarse en lo que hacemos. El apóstol nos recuerda que: “La fe sin buenas obras es muerta o inútil.” Servir a los demás, siguiendo el ejemplo de Jesús, es una forma real de vivir nuestra fe.

El cristianismo práctico significa fe en acción. Significa aceptar llevar la propia cruz con humildad y paciencia, confiando en la misma gracia que ayudó a Cristo. Al tomar su cruz y morir en ella, Cristo demostró su amor y generosidad por nosotros. Por eso, quiere que nosotros hagamos lo mismo. La fe práctica nos ayuda a comprender y vivir el misterio de la cruz. La fe sin acción está muerta. Dicho de otro modo, una fe no demostrada carece de valor.

Jennifer López hizo un llamamiento a la caridad en favor de los niños enfermos: «Los milagros no se producen fácilmente. Detrás de cada milagro, hay un corazón generoso y caritativo». Este corazón generoso y caritativo es un corazón de fe en acción. Un corazón que está dispuesto a dar pasos concretos que incluyen algunos sacrificios para tender la mano y ayudar a un hermano necesitado o en dificultades. La fe que no se traduce en estas acciones concretas está muerta y es inútil.