25.08.2024 – Iznatoraf – Villanueva del Arzobispo (Jaén)

Señor, ¿a quién vamos a acudir?

(Josué 24,1-2.15-18, Salmo 34, Efesios 5,21-32, Juan 6,60-69)

Hoy celebramos un domingo más, día del Señor, el Vigésimo Primer domingo del tiempo ordinario. Todas las lecturas están llenas de grandes mensajes para nosotros. Nos invitan a renovar nuestra fe y nuestra confianza en Dios. Nos invitan a tomar posición, a decidirnos, a comprometernos con Cristo y su Evangelio.

La primera lectura del Libro de Josué nos recuerda ese amargo encuentro y la experiencia de infidelidad y falta de confianza de los israelitas en Dios, incluso cuando con sus ojos habían visto sus maravillosas y poderosas obras como cruzar el mar rojo, alimentarlos con maná, hacer brotar agua de la roca en el desierto para que bebieran, etc. Encargado ahora de conducirlos a la tierra prometida, Josué no podía entender lo ingrato y ciego que podía ser este pueblo. Convocando a todo el pueblo en Siquén, les ordena que tomen una posición, que decidan a quién van a servir. Inspiró al pueblo a renovar de todo corazón su voluntad de seguir sirviendo al Señor, el Dios de sus Padres.

En el Evangelio vemos cuántos discípulos abandonaron a Jesús a causa de su “dura enseñanza”; no podían aceptar las enseñanzas de Jesús y dejaron de seguirle. Él miró a los Doce y les preguntó: “¿También vosotros queréis marcharos?” Hoy hay muchos que han dejado de practicar la fe porque consideran que el cristianismo, la fe en Dios, es demasiado dura; y algunos han dejado de ir a la Iglesia porque la enseñanza de la Iglesia va en contra de sus caprichos e ideologías. Tal vez les encantaría seguir a Cristo y a su Iglesia, pero sólo en sus propios términos. Simón Pedro, hablando en nombre de los doce, respondió: “Si nos vamos, si dejamos de seguirte, Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.”

El Apóstol Pablo nos recuerda una de esas enseñanzas evangélicas que ahora resultan muy duras para el hombre moderno. El amor y la fidelidad en el compromiso matrimonial. Los frecuentes casos de divorcios han hecho que en la sociedad moderna sea raro encontrar parejas que celebren el 25 y el 50 aniversario del sacramento del matrimonio. La segunda lectura de hoy nos recuerda que el matrimonio es algo bonito, viene de Dios como su autor; y es una alianza y un compromiso de por vida que hicimos con nuestra pareja y con Dios el día de nuestra boda. Las parejas deben esforzarse por cuidar su matrimonio; amarse mutuamente, estar dispuestos a hacer sacrificios por el otro, cuidarse mutuamente, perdonarse los errores, ser pacientes el uno con el otro; igual que Cristo ama y cuida de su Iglesia.

Hermanos y amigos en Cristo, cada día hacemos elecciones y tomamos decisiones. Tengamos cuidado de que nuestras decisiones nos acerquen a Dios y no nos alejen de Él. Nuestra fe y elección de Dios nunca es en vano porque Él nos guiará y conducirá continuamente a la fuente de la vida eterna.

Cantamos con el Salmista “Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias;

el Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos.”

Que Dios fortalezca cada día nuestra fe en Él y que nuestras opciones y decisiones cotidianas se inspiren en su amor por nosotros. La paz esté con vosotros.