03.12.2023 – Villanueva del Arzobispo – Iznatoraf

Adviento – Estad despiertos haciendo caridad y buenas obras
Isaías 63,16-17, 64,1-8, Salmo 79, 1Corintios 1,3-9, Marcos 13,33-37
Hoy comenzamos de nuevo el tiempo de Adviento. El Adviento abre para nosotros un nuevo año litúrgico. Es un tiempo de 4 semanas. Un tiempo que nos enseña a “prepararnos”. Adviento, de la palabra latina “Adventus”, significa “la llegada”, “el advenimiento”. Aquí nos preparamos para la venida de Cristo. El Adviento invita a reevaluar hacia dónde nos conducen nuestros caminos. Es un recordatorio anual de que el mundo, tal como lo conocemos, llegará un día a su fin. Adviento significa esperar con expectación. Como las personas que esperan en los aeropuertos la llegada de sus seres queridos, a menudo parecen emocionadas, ansiosas por la primera aparición del rostro familiar, listas con la amplia sonrisa del saludo para abrazar al viajero que regresa. También nosotros esperamos la venida del Señor con impaciencia, porque anhelamos su presencia. La espera es importante porque, durante la peregrinación de nuestra vida, estamos incompletos. Esta espera es muy crucial porque todos somos peregrinos en este mundo y, como dijo una vez Agustín: “Nos has hecho para Ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”. En algún nivel profundo de nuestra persona estamos necesitados, una necesidad que sólo Dios puede llenar.
Comenzamos el Adviento anhelando su venida. La primera lectura de hoy pone este anhelo en una imagen: “Todos nos hemos marchitado como hojas… arrastradas por el viento”. Las hojas marchitas del otoño son una imagen familiar de estas últimas semanas. Isaías propone las hojas muertas como símbolos de todo lo que está seco y marchito en nuestras vidas. Pero también nos llama a esperar un día mejor. Dios sigue a cargo de la creación, y nuestras vidas personales están bajo su amoroso cuidado. Rezamos en este Adviento: “Ven, Señor Jesús”, y hacemos nuestras las palabras del salmo: “Visita esta vid y protégela, la vid que tu diestra eligió”. Es un pilar central de nuestra fe que el Señor nunca abandona a su pueblo.
Como la gente en los aeropuertos esperando la llegada de sus seres queridos. Es una espera alerta, activa, atenta al tiempo. En el evangelio de hoy, Jesús dice: “Estad alerta, manteneos despiertos”. Quiere que nos centremos en nuestra tarea aquí y ahora. Se nos han encomendado trabajos y obligaciones. No debemos ser sorprendidos durmiendo en nuestros deberes y muertos en la Fe por la llegada de Cristo. Hemos de madurar en nuestra relación con los demás y con Él, prestando atención a la oración y viviendo con su mensaje en el corazón. Así debe ser la espera. Y mientras esperamos, podemos disfrutar de sus dones, como nos prometió, pues como nos asegura Pablo: “No os faltará ninguno de los dones del Espíritu mientras esperáis a nuestro Señor Jesucristo”. Este es un tiempo para adquirir algunas virtudes y desaprender algunos vicios.
No debemos dejarnos llevar únicamente por las compras y las vacaciones que caracterizan las semanas previas a la Navidad. Permanezcamos despiertos haciendo caridad y buenas obras. La misma palabra “Adventus” traduce la palabra griega “Parousia” que significa la Segunda venida. El tiempo de Adviento no sólo nos enseña la preparación para la llegada de la Navidad, sino sobre todo para la Segunda Venida de Cristo.
Al comenzar el Adviento de este año, hagamos nuestra la súplica del salmista: “Oh Dios restáuranos, que brille tu rostro y nos salve”.