15.10.2023 – Villanueva del Arzobispo

Amigo, ¿Cómo has entrado aquí sin llevar traje de boda?
Isaías 25,6-10, Salmo 22, Filipenses 4,12-14.19-20, Mateo 22,1-14
Dos lecturas de hoy habla del banquete. Y sabemos que para acudir a un banquete uno tiene que ser invitado. Y por supuesto cuando uno va a un banquete la traje, el vestido es muy importante. Entonces podemos decir que son tres elementos muy interesantes y llamativos en las lecturas de hoy. El banquete, la invitación y el traje.
La profecía Isaías describiendo con metáforas el reino mesiánico ofrecido a todas las naciones explica que “El Señor ofrecerá a todos los pueblos, en este monte, un banquete de sabrosos manjares, vinos anejos y manjares suculentos.” En esta lectura de nada mas que cuatro versículos la frase: “todos los pueblos”, “todos los rostros”, “todas las naciones”, “toda la tierra” se ve con frecuencia. Es decir, que la invitación del Señor a este banquete no esta reservada, es para todos. Es una invitación abierta. Tu y yo estamos invitado. La invitación sigo en vigor.
En el evangelio leemos la parábola de los invitados a las bodas. Esta parábola, muy semejante a otra que recoge San Lucas (cfr Lc 14,15-24), completa el significado de las dos que le preceden. Israel – representado por los primeros invitados – no sólo ha rechazado el banquete de Dios, su llamada a la salvación, sino que ha maltratado y matado a los siervos que le ha enviado su Señor. Por eso su destino es fatídico (v. 7). El rechazo de Israel lleva consigo una nueva iniciativa de Dios, que ahora llama a todos los hombres a la Iglesia, nuevo Pueblo de Dios.
No obstante, como en las parábolas de la cizaña y de la red barredera (cfr 13,24-50), los que responden a la llamada son «malos y buenos» (v. 10), y no todos son dignos, porque no todos se han convertido, comprándose el traje de bodas. Este evangelio es una llamada de alerta a quienes ya formamos la Iglesia: el fracaso de Israel (v. 7) señala el nuestro si no nos mostramos dignos de la elección (v. 13). Pero “¿Qué debemos entender por el vestido de boda sino la caridad? De modo que entra a las bodas, pero no entra con vestido nupcial, quien, entrando en la Iglesia, tiene fe, pero no tiene caridad” – San Gregorio Magno
Muchas nosotros hemos aceptado la invitación al banquete, hemos venido, pero no estamos convencido. Es decir, nos falta el traje. Estamos aquí en la Iglesia, pero no hemos convertido en lo que Dios realmente quiere de nosotros. Participamos en la mesa eucarística pero no somos convencido de que la caridad fraterna no es una opción extra de la vida cristiana. En capitulo 25 de evangelio de san Mateo, se explica muy bien este traje de boda que tenemos que llevar – Da comer a los hambrientos; y bebida a los que tienen sed; acoger al forastero, viste al denudo, visitar a los enfermos y encarcelados.
Oremos como San Pablo en la segunda lectura de hoy que El Señor que nos ha invitado a su banquete nos fortalezca para ponernos siempre el traje nupcial de la caridad. Así sea.